martes, 26 de julio de 2011

LA CLASE SOCIAL DE LOS SANTOS por Vinceç Navarro

La Iglesia Católica, a lo largo de sus veinte siglos de existencia, ha canonizado a numerosos santos. En teoría, su objetivo es establecer modelos de vida para los creyentes católicos. Son individuos ejemplares que deberían inspirar a los feligreses de la Iglesia.
Pero el estudio de a quién se nombra santo, cuándo, cómo y por qué, dice mucho sobre tal institución y sus intereses. Esto se ve en el artículo “La santidad romana católica y el estatus social: un estudio estadístico y analítico”, publicado por dos historiadores de la Universidad de Rochester (EEUU), Katherine y Charles H. George, en la revista The Journal of Religion. Los investigadores analizaron la clase social de los 2.494 santos sobre los cuales existe suficiente biografía publicada.
Ciertamente hay problemas metodológicos importantes cuando se intenta comparar clase social o estatus a lo largo de la historia desde el establecimiento de la Iglesia católica. Pero los autores del artículo hacen un trabajo creíble y riguroso, señalando en cada época aquellos sectores de la población que correspondían a las clases altas (nobleza en la época feudal y burguesía en la época capitalista, por ejemplo), a la clase media y a las clases populares de estatus bajos. Y encontraron que la gran mayoría (1.950 del total de 2.494, es decir, un 78%) pertenecía a la clase alta; 422 (un 17%) de estatus medio, y sólo 122 (un 5%) procedían de las clases populares.
La clase alta constituía sólo el 5% de la población de los países estudiados; la clase media, 10-15%; y la clase popular, el 80 al 85%. Los seres ejemplares para la Iglesia católica eran, pues, en su mayoría, personajes de las clases dirigentes, a pesar del famoso dicho de Jesús: “es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja a que un rico entre en el Reino de los Cielos”.
Naturalmente, no todas las clases dirigentes en la historia de los últimos 20 siglos eran las más ricas, pero sí es razonable asumir que, si no lo eran, al menos estaban a su servicio.
Lo más interesante es ver la composición social de los santos según el siglo en que fueron nombrados. Sólo en siglo I los santos pertenecientes a los estatus altos no son mayoría. Las personas de estatus medio y popular tenían más posibilidades de ser nombrados santos. A partir del siglo II, el dominio de santos entre las clases altas es casi absoluto, y alcanza su máxima expresión en la Edad Media, cuando la Iglesia adquirió más poder y riqueza. La santidad estaba relacionada frecuentemente con la donación de riquezas a la Iglesia, hasta el punto de que familias enteras eran nombradas santas. Así, el noble Dagobert fue nombrado santo, con su madre, su abuela y sus cuatro hijos. El noble Dagobert y sus familiares donaron todas sus propiedades, al morirse, a la Iglesia.
Este dominio de santos de clase alta disminuyó algo en los siglos XVIII, XIX y XX, cuando aparecieron santos del sector medio, que la Iglesia quería captar. Pero los santos de clases populares continuaron siendo una minoría.
En España, además del estatus, ha sido determinante, para conceder santidad, su ubicación en las coordenadas del poder. Así, el nombramiento de santo a Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei, es un indicador claro

(Artículo publicado por Vicenç Navarro en el diario PÚBLICO, 21 de julio de 2011)

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