miércoles, 28 de mayo de 2014

La Virgen del Rosario en San Nicolás - por Gabriel Andrade



Extracto del capítulo "Devociones y deformaciones"
del libro "Teología desde el camino" de Gabriel Andrade - 2008


Cada 25 de setiembre, la ciudad de San Nicolás de los Arroyos recuerda el aniversario de la “aparición” de la Virgen del Rosario a Gladys Quiroga de Motta, quien desde 1983 afirma haber recibido la visita María casi a diario y por un tiempo tan prolongado que bate todo record en los anales de la Iglesia Católica. Esta mujer -que ya habría intentado hace años relacionarse con espíritus participando de la Escuela Científica Basilio y que durante el bienio 81/82 insistió en que se le “iluminaba el rosario”- asegura que María la requirió para trasmitir “su mensaje”. Esta “revelación”, lejos de cuestiones trascendentales como podría esperarse dada la importancia de María en el catolicismo, sólo se limitó al pedido de ser consagrada “Patrona de San Nicolás”; de que se venerase una imagen suya guardada en la Catedral -la de Nuestra Señora del Rosario- y, su esencial preocupación, de que se le construyese un templo millonario en dólares. A partir de esto, el entonces párroco de la Catedral, padre Carlos Pérez (pretendido impulsor de la canonización de una tía suya monja vecina de Pergamino) y con la autorización de su obispo Domingo Castagna, se convirtió en el vocero de la señora Gladys de Motta he hizo que se recluyera en su casa sin tener contacto con otras personas. A partir de entonces, y con la imprescindible intermediación de este sacerdote, se comenzaron a publicar los voluminosos “mensajes” de María, en los que -más allá de ser un compendio de lugares comunes y banalidades dignos de un mediocre libro religioso para niños- han de destacarse dos temas:
-el supuesto pedido de la Virgen de que se la festeje, se la honre y se la venere con tal sentido egocéntrico de su figura, digna de estar necesitada de elevar su autoestima; y
-el costoso templo que supuestamente pidió construir, ignorando en el mismo acto a la amplia Catedral contenedora de su imagen y que, en la misma ciudad de San Nicolás, ya estaba construida.
El 9 de noviembre de 1983 la Virgen “decía” a Gladys: “me harán un santuario”; el 5 de febrero de 1984: “hay urgencia de oración, más también tengo urgencia de mi casa”(?); el 19 del mismo mes: “hacedme mi casa”; el 22 de abril:“vuestra madre os pide su morada” (¿este castellano fuera de uso en Argentina implicará cierta limitación en el dominio de lenguas de las divinidades?); el 25 de setiembre: “no olvides el santuario”; el 11 de noviembre se percibía en la Virgen cierta impaciencia: ”¡quiero mi casa!”; doce días más tarde, el 23, el fastidio ya era claro: “debéis pedir con firmeza, dad importancia a mi petición, mi casa tiene que construirse. Hijos míos, dad a vuestra madre lo que os pide”... (no es novedad que el déficit inmobiliario en Argentina es grave, ¡pero esto ya parece un poco exagerado!...). 
A todo esto, las características del santuario también eran explícitas: el lugar indicado por la Virgen debía ser “el campito”; un terreno que debería donar la municipalidad local consistente en dos manzanas más una franja vecina con límites en el Paraná. Los requisitos que impuso la Virgen para el templo tampoco serían menores: “quiero una casa espaciosa, debe medir no menos de 25 metros de largo desde el primer banco hasta el altar”; una iglesia con cuatro columnas de frente y una gran cúpula redonda digna de los templos vaticanos, las columnas serían de mármol rosado, así como el altar. (“si la hacemo, la hacemo bien”, diría el capo cómico rosarino Alberto Olmedo...).
Dibujo: José Luis Cortés
En diciembre de 1985 Gladys de Motta dijo haberle exhibido el proyecto de un profesional que por casualidad resultó muy vinculado a la Iglesia -Mario Magni- y cuenta que la excelsa clienta complacida dijo: “sí hija mía, este proyecto me agrada”...

Con esta historia y antecedentes -convenientemente diluida y purificada por la diócesis nicoleña- las manifestaciones populares suman entre cien y doscientos mil devotos que se reúnen en la Basílica de la Virgen en el mes de setiembre, algunos marchando en procesiones desde Rosario.
Cientos de miles de personas reunidas en el acto católico de demostración de poder por excelencia, dada la concentración y el número de feligreses, tal cual son las peregrinaciones y devociones multitudinarias en fechas festivas. La Iglesia institución se transforma así en una enorme usina formadora de sentido común, obteniendo de este modo poder social, económico y político. Las manifestaciones públicas son una muestra de ese poder a los otros sectores de poder componentes de la sociedad, mucho más que la celebración de cientos de misas por separado y muchísimo más que cualquier acto piadoso o contemplativo individual y privado, aunque esto último esté más acorde a las enseñanzas evangélicas.
Hubiese sido bueno y hasta profético exaltar el espíritu de tanta “iglesia peregrina” al recordar a los mejores testigos de su comunidad. Lamentablemente es de intuirse que ni una ínfima parte de esta feligresía rezó una sola plegaria por la memoria de sus mártires, como por ejemplo lo fue el obispo Ponce de León, mientras que la mayoría ignorará siquiera quién fue, al igual que su pastoral.
Cuando en abril de 2008 quien escribe le preguntó a la señora que vende los bonos contribución para el todavía inconcluso templo de la Virgen (además del voluminoso libro de “mensajes del 83 al 90” que en su cuarta edición cuenta con más de 680 páginas, entre muchos otros sobre el mismo tema) sobre si tenía material escrito sobre el obispo Ponce de León, ésta respondió que “no conocía a ese señor”, indicándome que averigüe en el centro de difusión del santuario. En esta enorme librería (atestada de toda la bijouterie de la Virgen que uno se pueda imaginar; incluidas esas botellas con una imagen de la Virgen más ancha que el pico de aquella, al estilo de esas otras con fragatas dentro que tanto me fascinan) dijeron tampoco conocer a su mártir obispo.
Recordemos entonces que el Padre Obispo Carlos Ponce de León fue asesinado por la dictadura militar en un fingido accidente automovilístico el 11 de julio de 1977, cuando llevaba consigo varias carpetas hacia la Nunciatura Apostólica de Buenos Aires con documentación sobre la represión ilegal ocurrida desde marzo de 1976 hasta esa fecha en las zonas de San Nicolás y Villa Constitución.
Mons. Carlos Ponce de León
Desde 1966, la pastoral en San Nicolás del Obispo estuvo encarnada en los sueños, la vida cotidiana y los problemas de las populosas barriadas de trabajadores de SOMISA y en el apoyo a los sectores que trabajaban junto a los obreros para lograr una conciencia propia y el camino para su liberación. Fundó Cáritas Diocesana, creó 16 nuevas parroquias y varias vicarías en los barrios; inició la Escuela Diocesana de Servicio Social y puso en marcha un Plan Pastoral Diocesano que, entre otras cosas, acercó sacerdotes, religiosas y laicos especialmente preparados para la promoción social a los sectores marginados.
Nada de esto -ni de ningún otro verdadero testimonio evangélico- dieron cuenta las voces oficiales. Mucho se comentó y con mucha sapiencia sobre las “revelaciones” de esta verborrágica Virgen capaz de llenar libros con anexos. Quizás se habló de su larga lista de curaciones milagrosas; aunque ninguna comprobadas con pruebas suficientes para ser acreedoras de la categoría vaticana de “milagro”.
Tampoco se han detenido a difundir todo el mercadeo que se mueve alrededor del fenómeno, a partir de los millares de devotos que concurren. Porque si hay algo que representa todo esto es poder político, religioso y muy especialmente económico.
A partir de 1986 la Iglesia nicoleña montó una adecuada organización para atender las “necesidades” de los fieles. En sus comienzos, los vendedores callejeros de “bijouterie” de la Virgen se los obligó a vender mercadería de un solo proveedor designado por la Iglesia. Los vendedores ambulantes inscriptos en la municipalidad nicoleña llegaron a 200 pero se calcula en más de 1000 los irregulares. Las ganancias de esta gente el día 25 podía llegar al equivalente a dos quincenas de SOMISA (menos mal que no andaba por el campito aquel nazareno que expulsaba a los mercaderes del templo...). En la actualidad, una simpática y muy bonita vendedora de los puestos de calle Sarmiento al 300 consultada por este humilde escriba, señaló que quedarán unos 80 puestos por fuera del santuario habilitados por la municipalidad cuya tarifa varía conforme la proximidad a la entrada del campito y que muchos compran los múltiples artículos a un mayorista local, aunque también los hay quienes adquieren mayores volúmenes en Buenos Aires, pero que “el negocio ya no es lo que era antes...”
Pero la tajada mayor la llevaba la propia diócesis de San Nicolás. En la época en que se requería mayor dinero para la construcción del templo -que se calculaba hasta hace diez años en más de diez millones de dólares, equivalente a 500 viviendas para familias de escasos recursos- las donaciones se solicitaban en todos los puntos del circuito de los peregrinos: en la Catedral, en el Centro de Difusión Mariano, en la Casa del Peregrino y en el entonces “Campito”. A los devotos lejanos se les proporcionaba listado de bancos donde efectuar depósitos y se los invitaba a convertirse en “contribuyentes” fijos mensuales con un aporte no menor a 2 dólares (acá no sabemos lo que hubiera hecho aquel nazareno porque no hay referencias bíblicas a cuestiones financieras...) Todo esto con la imposibilidad de cualquier mecanismo de control sobre esos fondos que manejó el clero nicoleño, por lo que las donaciones pudieron ser 15; 20; 25... millones de dólares y los gastos inciertos. Hoy se pueden adquirir bonos de diferentes montos desde los $10 y las donaciones se pueden canalizar por los bancos Bisel, Galicia, Nación Argentina o Provincia de Buenos Aires.
¡Curioso pedido de la Virgen para la construcción de un costoso santuario al empobrecido pueblo nicoleño, y dentro del país en el que morían de hambre 80 chicos por día!
Pero para la pastoral comprometida de Ponce de León de los 60/70, o para las 8000 iglesias de carne y hueso despedidas de SOMISA en 1991 no hubo revelación divina que oblara dinero.
Del sueño colectivo de una sociedad más justa se pasó a las soluciones milagrosas e individuales, al silencio, al olvido y a la narcotización del pueblo creyente manipulando el legítimo culto a María para vaciarlo de contenido, lejos del Evangelio de Jesús.
Años atrás, un frenético locutor gritaba por unos micrófonos que"evidenciaran el profundo amor a María aplaudiendo, agitando pañuelos blancos y vivando a los gritos su figura” (?), y que “se le tiraran flores a la Virgen” (suponemos que se referiría a su imagen) justamente en una ciudad en donde hay niños, semejantes al del pesebre de Belén, que están desnutridos y en donde una rosa se paga igual que un kilo de pan. En el mismo acto pero por otro lado, un señor obispo daba "mensajes de esperanzas" pidiendo a la Virgen "prosperidad espiritual y material, que no falte trabajo ... que crezca la convivencia amistosa y que la solidaridad lleve a todos a vivir en la justicia y el amor ... que enseñe a preservar los auténticos valores humanos ... y el amar a nuestro país”; etc, etc, etc.
Pero claro, cualquier denuncia profética sobre las injusticias que crucifican a diario a miles de hermanos en el altar de la sociedad de consumo y el egoísmo -las cuales conspiran frontalmente contra el Reino de Dios- estuvieron y están siempre ausentes.
Para la misma fecha pero de 1986, el vicario general Roberto Mancuso -el mismo que jamás reclamó las carpetas que llevaba el obispo Ponce de León y robaron sus asesinos- encabezaba la primera procesión hacia el campito. Mientras el Vaticano investigaba los “milagros de San Nicolás” -fastidiados por el excesivo tiempo que duraban las revelaciones-; “olvidaban” pedir el esclarecimiento del martirio del Obispo.
Todo esto da como amarga sensación que desde la jerarquía se fomenta el olvido, el silencio y una religiosidad en la que preferentemente se practican devociones, conversiones en masa y todo lo mágico que deja de lado la vida, pasión y muerte de Jesucristo, para ir detrás de la sanidad o de cualquier otro bien individual, agotando allí la fe. Se está enseñando a mamar las bendiciones como único fin, en vez de tener el Evangelio permanentemente abierto, predicarlo y practicarlo.
Exactamente al revés que el mensaje de Jesús. Las conversiones son inherentes a la intimidad de las personas, por lo tanto individuales; mientras que el proyecto del Reino de Dios es un plan comunitario, o sea colectivo.
La fe es un don que Dios nos da individualmente por lo menos una vez en la vida; es embargante porque implica a cambio un compromiso en cumplir su voluntad para que ésta madure y crezca; y es de orden personal y privado entre Dios y cada hombre.
Ese regocijo grupal que sienten los peregrinos y manifestantes no es un símbolo de fe, como no lo eran las peregrinaciones de los cruzados o las manifestaciones de la Inquisición, salvando todas las distancias. No por lo menos con respecto la fe en el Dios de Jesús. El único símbolo valedero y validante es el ejemplo de una vida de cumplimiento de la voluntad del Padre en el amor al prójimo. Sería mucho más gustoso a Dios si tanta energía y sacrificio físico hubiese sido empleado en ayudar a la promoción social de los que no están en una condición resuelta. Las mortificaciones sin contenido son prácticas del medioevo. Gracias a Dios la teología ha avanzado y los tormentos con flagelaciones de látigos en la espalda, los desgarros con cilicio en la piel y demás barbaridades que profanaban el cuerpo humano -templo del Espíritu Santo y donde late Cristo por la gracia del bautismo- han dejado de ser creídas como agradables a Dios. Hasta el ayuno, si no se lo completa con dar lo que uno no consume al hermano necesitado, deja de tener sentido cristiano y pasa a ser un simple régimen para bajar de peso...
Lo que salva y santifica no son los rosarios benditos colgados en el pecho, ni las cruces, ni las imágenes, ni el agua bendita, ni las estatuas o estampitas, ni las velas, ni las procesiones; sino el amor al prójimo y la opción por los empobrecidos, por su verdad, por su justicia y por su liberación. Sin esta opción, como explica el teólogo José María Vigil, no se es cristiano aunque así se declame, tal es la radicalidad del Evangelio de Cristo. Pretender lo contrario significa desconocer a Jesús.

Pero entonces, si esto que escribimos es correcto, ¿cómo es posible que la Virgen María avale todas estas espiritualidades milagreras con su presencia?
Quizás el sacerdote Ariel Álvarez Valdez nos ayude a comprender estas cuestiones:
Lo primero que hay que decir es que María no aparece, no ha aparecido ni aparecerá jamás. Hace muchos siglos que la teología católica ha definido que María ha muerto y habita con un cuerpo glorificado en la casa del Padre. De ese lugar no se puede regresar físicamente, ni entrar en contacto corporal con los vivos, ni comunicarse sensiblemente. El mundo de los vivos y de los muertos son de especies distintas. En el antiguo testamento queda claro este dogma (Sal 39, 14 ; Job 10, 21-22; 2º Sam 14, 14; 12, 22-23; Dan 12, 2; 2º Mac 7, 9; 7, 36; Sap 16, 14) y se condena severamente todo intento de comunicación por ser “abominables a Dios” (Lev 20, 27; Deut 18, 11-12); repitiéndose este dogma en el nuevo testamento (Lc. 16, 19-31).
La “aparición” nos remite a un fenómeno físico objetivo, que se produce fuera de nosotros y por lo tanto no depende de quien lo capta sino de quien lo presenta. Alguien “aparece” si mostrándose en un lugar su presencia física es percibida por todos los que están allí. Depende del que se presenta, no de los otros que lo ven, escuchan y tocan.
Ahora bien, la “visión” sí es un fenómeno emocional subjetivo, que se produce dentro de nosotros y entonces sí depende de la persona que la tiene.
Esto es lo máximo que la Iglesia puede aceptar sin contradecir las escrituras.
Cuando Bernadette tuvo la visión de María en Lourdes (Francia, 1858), las 18 veces que repitió la experiencia, sólo ella la “veía” aunque estaban presentes muchas otras personas. En La Salette (Francia, 1846), a pesar de la muchedumbre presente, sólo dos pastorcitos de 11 y 14 años “vieron” a “la Señora”. Otro tanto ocurrió en Fátima (Portugal, 1917), con los tres pastorcitos de 8; 9 y 10 años que “vieron” a la Virgen en seis oportunidades y les reveló “tres mensajes secretos”. Y aunque el último día cientos de personas aseguraron haber visto el sol girar, eso sólo demuestra el caso de las “visiones colectivas”, ya que en ciudades y países vecinos no se vio esto y, además, de haber ocurrido real y físicamente hubiese sido una catástrofe cósmica...
La Iglesia sostiene que estas visiones efectivamente pueden provenir de Dios pero lo cierto es que contempla la posibilidad cierta de que sean simples delirios, ilusiones, o desvaríos de las personas que las experimentas; tal es así que no se pronuncia en el 90% de los casos. Visiones como la de la Medalla Milagrosa a Catalina Laburé (París 1803), que tantos devotos tiene hasta nuestros días, nunca ha sido aprobada oficialmente.
Por esto es que el Nuevo Catecismo de la Iglesia Católica (1993) dice que no todo el que dice recibir revelaciones sobrenaturales las recibe realmente ni vienen de Dios y que ninguna de estas revelaciones (privadas) pertenecen al depósito de la fe; como sí pertenecen y son obligatorias e imprescindibles para la vida del cristiano las revelaciones contenidas en la Biblia (públicas). También que se da como obligación moral para todo católico, con la ayuda del magisterio de la Iglesia, el “discernir” las auténticas de las que no lo son, sin esperar que sobre cada “revelación” que circula se expida la jerarquía de la Iglesia. (Nº 67)

Lo segundo que podríamos señalar es que estas revelaciones privadas, en el caso de que sean auténticas, tienen como finalidad la santificación del vidente, no la de los demás. Es éste el que la debe meditar, convertirse, cambiar su vida y comprometerse a vivir lo que le piden en el mensaje y recién ahí, con el ejemplo, extenderlo a los demás. Pero no proponiéndolo y mucho menos obligando a los demás a creer en el mensaje, que por ser privado no se adapta a la espiritualidad de todo el pueblo de Dios. Por eso, cuando alguna “revelación” conlleva la orden de ser difundida y obedecida por todos, es muy poco probable que sea auténtica.

La tercera acotación a hacer es que cuando el Papa o un Obispo (si fuera de emergencia) aprueban una manifestación mariana, lo que se está aprobando es una devoción, o sea un culto, el “rezo” bajo una determinada forma. No significa que se aprueben la visión ni los mensajes. La Iglesia cuando acepta la devoción no confirma con esto la revelación que la originó. Las devociones (rezos) no hacen mal a nadie y por el contrario ayudan y preparan espiritualmente para la misión cristiana en el mundo que es el amar al prójimo en sus múltiples requerimientos y formas, dando testimonio de la verdad y la justicia en la opción por los empobrecidos y exponiéndose a los riesgos que esto conlleva. En cambio, las revelaciones particulares (en el mejor caso de que sean verdaderas) responden a la espiritualidad del que la recibe y pueden, de ser imaginadas más allá de la buena fe del vidente, deslizar errores de dogma a veces muy graves.
Existe una devoción paradigmática sobre esto, aceptada por la Iglesia, y es la de la Virgen del Loreto. Es la patrona de la aviación y es muy festejada en Santiago del Estero, Argentina. Cuando en el siglo XIII los cristianos no pudieron peregrinar más a Tierra Santa para visitar los santuarios cristianos, por estar en manos de los musulmanes, en Loreto (Italia) comenzó a venerarse una casita que decían era de María de cuando vivía en Nazaret y que los ángeles la habían traído volando desde Galilea (por eso es la patrona de la aviación). El Papa Sixto V aprobó esta devoción, pero por eso no quiere decir que sus “revelaciones“ hayan sido aprobadas. Y lo acertado que ha sido ya que, según los últimos estudios arqueológicos, “la casita” ni siquiera corresponde al tipo de edificación palestina, por no hablar ya del “vuelo”; por lo tanto no es objeto de fe. Lo mismo sucede con las demás devociones.
Existe algo que el creyente debe tener en cuenta para ponderar una revelación que es determinante al momento de tenerla por verdadera o falsa: la revelación privada nunca puede contradecir a la revelación pública.
Entonces, si María tiene un rol protagónico hasta relegar a Jesucristo a un segundo plano; si reclama una atención exclusiva hacia su persona (como las “revelaciones” del sacerdote Esteban Gobbi del movimiento sacerdotal mariano, que según éstas le piden “dejarse poseer para que sea la Madre quien actúe y obre en él”; cuando las escrituras nos revelan que es Dios el que posee y habita). Cuando dice que sean“sacerdotes de ella”; y en las escrituras dicen que los sacerdotes son de Jesús. Cuando el mensaje dice que el último grito de Jesús en la cruz fue“¡Mamá!” , siendo que la Biblia dice que invocó al Padre; entonces tenemos una Virgen que es el centro de atención en franca oposición a la de los Evangelios donde se muestra prudente, mesurada, discreta y en un segundo plano con respecto a Jesús.
Si tiene una locuacidad capaz de llenar libros enteros con sus profecías y vaticinios. Si posee una verborragia desconocida en el Nuevo Testamento en el que sólo dos evangelistas ponen palabras en su boca, seis frases en total. Además, es “su” palabra la que importa y la que debe ser escuchada -como en San Nicolás- donde según la “vidente” el mismísimo Jesús le habría dicho que “si esta generación no escucha a mi madre perecerá. Pido al mundo que lo haga” (curiosa petición, contraria a las enseñanzas de las bodas de Caná, donde es María la que pide que se escuche a su Hijo).
Si María tiene visiones lúgubres, tétricas, sombrías. Anuncia catástrofes, desgracias, promete castigos, se muestra pesimista, depresiva, amargada, ve todo negro y sin esperanzas y la única salida que vislumbra es la destrucción del mundo mediante cataclismos y catástrofes; como en el famoso secreto de La Salette que habla sobre que ”Dios va a castigar al mundo de una manera jamás vista, nadie podrá escapar a su cólera, la sangre correrá por todos lados, las iglesias serán profanadas, los sacerdotes muertos cruelmente, el demonio tendrá sus iglesias y todo el universo gemirá de terror, etc...”; cuando las escrituras nos enseñan a María como una mujer de esperanza, optimismo, alegría, que medita serenamente aun en los momentos difíciles de su vida y tiene confianza en el futuro.
Y si, y lo que es más grave, contradice abiertamente las palabras de Jesús contenidas en la Biblia porque: a) cuando Jesús repite que “no tengan miedo” (Lc 5,10; 12,7; Mt 14,27; 17,7; 28,5; 28,10; Jn 14,27; Ap 1,17) María parece que busca aterrorizarnos. b) cuando Jesús nunca dio una fecha del fin del mundo, ni siquiera aproximada (Mc 13,33-37; Mt 24,42-44; Lc 12, 37-40) María amenaza que el fin del mundo está próximo y en algunos mensajes ha llegado a anunciar fechas, que por supuesto se vencieron... c) cuando Jesús enseñó que Dios está al lado de todos los hombres, sean santos o pecadores, y que derrama su bendición para todo el mundo (Mt 5,45) María promete únicamente bendecir a los buenos y estar al lado de los que rezan el rosario y la invocan. d) cuando Jesús nunca dijo que se salvarían únicamente los que amen a Dios, reconociendo que es posible salvarse sin conocerlo siempre que se ame al prójimo, pues todo eso le es agradable (Mt 25,40) y es reafirmado por la Iglesia Católica en el Concilio Vaticano II (sobre la salvación de los ateos); María afirma que sólo se salvarán los que tienen fe en Dios y la amen a ella... e) cuando Jesús nunca afirmó que por practicar algún rito o devoción los cristianos ganarían el cielo sino con el amor y el servicio al prójimo (Mt 25,31-46; Mc 10,17-22; Jn 13,33) o sea que cumpliendo la voluntad del Padre es que seremos salvos; María advierte en ciertos mensajes que hay que tener agua bendita, velas consagradas, rezar el rosario y tener imágenes de ella y Jesús; y f) cuando la Biblia enseña que la idea de salvar a la humanidad es de Dios y que a Él pertenece el plan salvífico (Ap 7,10; 12,10; 19,1; Tito 1,3; 2,10); María en algunos mensajes nos advierte que Dios quiere poco menos que reventarnos, destruir el mundo, aniquilar la especie humana y ella “detiene” su brazo castigador; con lo cual sus devotos en vez de buscar protección en Dios deben buscar, en María, ¡protección contra Dios!!!; cuando el mismo Dios en su alianza con Noé, después del diluvio, promete que no volverá a destruir a los pecadores con desastres (Gen 9,8-11), Jesús enseña en la parábola del hijo pródigo (Lc 15, 11-24) que Dios no castiga al pecador en esta vida sino que le tiene paciencia hasta el final; o en la parábola del trigo y la cizaña (Mt 13, 24-30) enseña que Dios no arrancará nunca por la fuerza el mal del mundo, ni que convertirá a los hombres por el terror, sino que esperará hasta el final de los tiempos, ¿será la más perfecta discípula y esclava de Dios la que cambió repentinamente de actitud y lo desafía y contradice?
Esto ya es demasiado...

Cuando observamos con un mínimo de atención estas “revelaciones” no las podemos tomar en serio por incoherentes y ridículas. Sin juzgar la buena fe o no de quien cree recibirlas, claramente tienen una imagen distorsionada de Dios, de Jesús, de María y no podemos dejar de atribuir semejantes disparates a los deseos religiosos reprimidos, a traumas, rencores, miedos, resentimientos, histerias, psicosis o algún otro trastorno mental del “vidente”. Como dijo Santa Teresa de Jesús (+1582) a sus monjas: “no hagan tanto ayuno, coman bien y duerman mejor, y dejarán de tener visiones...”
Hasta el propio Papa Pablo VI en su famosa alocución de 1964 tuvo que salir a advertir sobre estas enormes desviaciones en la fe católica: “algunos piensan con ingenua mentalidad que la Virgen es más misericordiosa que Dios, y sostienen con espíritu infantil que Dios es más severo que la Ley y que necesitamos recurrir a la Virgen porque de lo contrario el Padre nos castigaría, cuando la fuente de toda bondad es Dios”!!!
La verdadera devoción a María sólo puede ser aceptada si nos acerca más a Dios, no si lo reemplaza.
En la catequesis del Papa Juan Pablo II (3/1/96), con respecto a este tema y citando a Lucas 11,28, recordaba cómo una mujer del pueblo le dijo a Jesús: “felices el seno que te llevó y los pechos que te criaron” a lo que Jesús contesta: “felices más bien los que oyen la Palabra de Dios y la guardan”, por lo que queda claro que la madre de Jesús es digna de toda alabanza, no por razones biológicas, sino por escuchar y poner en práctica la Palabra de Dios; o sea, por su total referencia y sumisión. Y es el mismo Papa quien exhorta a teólogos y predicadores a no excederse en ninguna falsa exageración que pretenda extender a María las cualidades y atributos de Jesús (como así todos los carismas de la Iglesia), que por ser Hijo de Dios tiene una naturaleza divina, cuando la naturaleza de María es humana, por la “infinita diferencia existente” entre ambos.
Colocar a María en el mismo nivel que Jesús sería una grave desviación.

Una palabra sobre los “milagros”, prodigios sobre imágenes de María que lloran sangre o transpiran, los estigmas y cosas por el estilo.
Aquí hay que puntualizar que en las últimas décadas del siglo XX, y en lo que va del presente, la Iglesia no ha admitido hechos milagrosos. De la anacrónica definición de San Agustín del siglo IV en donde un milagro es“un fenómeno donde se produce un efecto con independencia de la causa, de la cual quiso Dios que dependiera, según la común y ordinaria condición de las cosas” -y a partir del insalvable escollo que representa la ciencia moderna desenmascarando tanta ignorancia y superstición presentada como “milagro”, por lo que fue sigilosamente sepultada después del Concilio Vaticano II- se pasó a la definición el Colegio Episcopal Holandés que propusieron una nueva definición de milagro diciendo “nada nos obliga a considerar los milagros como una intervención arbitraria y extraña de Dios, como si Dios impidiera el curso de su propia creación. Lo más propio es decir que el milagro hace al hombre consciente de que ignora lo que puede pasar en él mismo y en el mundo”.
Finalmente, El 25 de enero de 1983, el Papa Juan Pablo II promulgó el vigente Código de Derecho Canónico, donde toda referencia a milagros fue suprimida.

Como ya dijimos, María ha muerto y su cuerpo glorificado mora en un lugar del que no se puede entrar en contacto físico con los vivos. Si sobre una imagen se hallara sangre, lágrimas o cualquier otro líquido humano se debe dar por seguro que no son de la Virgen. Se confirma esto con los análisis de los que se han hallado, los cuales tienen diferentes grupos, factores y hasta pertenecen a diferentes sexos.
¿Pero cómo puede ser esto posible entonces?
La mente humana tiene una propiedad llamada “proyección hemática” la cual consiste en que, bajo los efectos de una neurosis o histeria, ciertas personas pueden extraer de su cuerpo sangre, lágrimas u otros humores y proyectarlos sobre un objeto físico del que tienen especial fijación.
Un caso algo similar pasa con los estigmas. Bajo ciertas circunstancias emocionales, existe un mecanismo que lleva sangre en abundancia hacia los capilares y nos hace sonrojar; o la retira, haciéndonos palidecer. Todo esto es gobernado por la mente que somatiza al cuerpo. Cuando éstos son llevados a extremos excitados por una sugestión inconsciente, generalmente de naturaleza histérica, puede producir heridas sangrantes o “llagas”. Este fenómeno se llama “dermografía” y se encuentra en personas que son sugestionables a partir de largas horas de contemplación frente a crucifijos, centrando el pensamiento en ellos, mal comidos, mal dormidos, mortificados, pidiendo a Dios identificarse con la pasión de Jesús. Así es como somatizan sus deseos y adquieren las “llagas de Cristo” que tendrán forma circulares, de tajos, de media caña o forma de crucifijos en forma de cruz latina o de Y griega, según sea la forma del objeto que están contemplando; como se ha comprobado a partir de estos “llagados”. Quizás el más famoso fue el primero del que se tiene referencia, San Francisco de Asís, quien en 1224 con los brazos en cruz y mirando hacia el oriente se le provocaron los estigmas. Vale aclarar que se lo consagró santo por sus obras a favor de los pobres y por la oposición al poder que los empobrecía, incluido el eclesial. Fue santo a pesar de sus estigmas, no por ellos. De hecho, la gran mayoría de los “estigmatizados” no están declarados santos.
Dios no tortura ni gusta de mandar tormentos a nadie. Esta experiencia tan dolorosa jamás puede venir del Dios del amor revelado por Jesús.

Para finalizar, hay que puntualizar que es una ofensa gratuita a la Santísima Trinidad y a la Virgen María atribuirle las barbaridades que contienen muchas de estas supuestas “revelaciones”. Es el deber de todo católico, su obligación moral y amorosa con respecto a María, no permitir que estas desviaciones sean asumidas por los fieles menos informados. No se debe permitir que la terminen injuriando, rebajando, denigrando, atribuyéndole textos que, lejos de mostrar su grandeza y su ejemplo, resultan ofensivos y agraviantes para su persona y que nada tienen que ver con la religión de Jesús.
Y en esto tiene un rol fundamental la jerarquía de la Iglesia, que inexplicablemente pareciera agradarle el ocultar toda esta teología sobre las devociones marianas.
Ojalá que no nos lleve demasiado tiempo el poder adorar a Dios “en espíritu y en verdad” tal cual nos enseñaron y nos piden las escrituras, que junto a la tradición y al magisterio de la iglesia son las únicas fuentes de revelación depositarias de la fe.
Como siempre, depende sólo de nosotros.

2 comentarios:

  1. que lastima que quien comenta no tenga fe, ya que la fe es un don de dios, y ningun estudio teologico serio, por eso la interpretacion personal de los signos de Dios, pueden confundir no solo al emisor, sino al receptor del mensaje. yo creo en la iglesia y hablo desde adentro.... estoy cansado de escuchar a los cristianos incredulos que muestran sus vivencias y se poponen como grandes paradigmas dentro de la iglesia y ahora piensan distinto. si perdieron la fe no es culpa de la iglesia, sino de ellos mismos, que negaron su amor a jesus y no fueron devotos en la oracion y penitencia. ahora, no es dogma de fe creer en los milagros y los mensajes, pero es un pecado muy grande difundir mentiras sobre el espiritu santo...que dios los cuide a los apostatas amigos de satan, que buscan ensuciar a los pastores de la iglesia que tanto ama Dios.

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